domingo, 10 de mayo de 2020

CAPITULO 595 ( Al bunker de vacaciones )

El coronavirus Covid-19 , una expansión exponencial de contagio que consiste en que todos , sin excepción , podemos ser tanto sus agentes transmisores , como sus receptores. Una pandemia que reúne y separa a todo el pueblo en su refugio particular ; el piso no es solo un dormitorio , sino un fortín , un BUNKER .
Esta palabra , de resonancias hitlerianas , procede del inglés y servía para denominar la carbonera de un barco , el lugar donde se almacenaba ese combustible ..
 
A pesar de la histeria desatada , este virus es menos letal que el de la gripe estacional . Hay números al respecto , pero entrar en ello exigiría oportunas matizaciones . Este acoso vírico pone a prueba el sistema sanitario y evidencia a los políticos por los recortes en la salud pública efectuados en los últimos años .
Un ritmo incontenible de hospìtalizaciones que está colapsando las clínicas y rebasando su muy limitada capacidad para la necesaria ventilación mecánica de los afectados.
 
Estamos ante una realidad amarga que hay que combatir con decisión e inteligencia , sin ideología y con un afecto seguro por los demás , en especial por los más debiles y desprotegidos . El golpe es desolador , la hecatombe de paralizar un país en todos los órdenes va mucho más lejos de unas cifras macroeconómicas .
 
Una ola de pánico nos ocupa , el miedo se contagia también como un virus . Urge romper la cadena de transmisión . Mientras , estamos abocados a un cambio drástico de rutinas , que dejará huellas . Hay un severo trauma que habrá que encarar con realismo .
 
Saldremos del BÚNKER un día de estos , con los deberes hechos y juntos en la misma nave 

CAPITULO 594 ( La incertidumbre )

Esta cuarentena nos está cambiando como he reflejado en el capítulo anterior , y es
el momento de analizar porque sufrimos con la convivencia y el miedo a la
incertidumbre .
La incertidumbre está relacionada con esa necesidad que tenemos de saber qué va
a pasar a continuación, de forma que nos podamos anticipar, lo podamos controlar y
no nos pille desprevenidos . La incertidumbre es una motivación humana que nos
incita, por ejemplo, a confirmar que lo que pensamos o lo que nos dictan nuestros
sentidos es cierto.
Pero cada uno , tiene su grado de sufrimiento . Para algunas personas la
incertidumbre es insoportable , y tiene que actuar usando recursos cognitivos para
reducirla, al menos hasta que se encuentre en unos niveles aceptables de
convivencia con la misma .
Dos personas pueden haber ido a una entrevista de trabajo con las mismas
necesidades. Sin embargo, si una de ellas tiene una baja tolerancia a la
incertidumbre lo más probable es que intente conseguir el resultado cuanto antes.
Así, por ejemplo, no esperará a que la empresa se comunique con ella: será ella la
que lo haga.
Retomando el ejemplo , cuando realizamos conductas con las que no estamos de
acuerdo , nuestra incertidumbre aumenta . Así que si vamos a una entrevista en la
que el trabajo ofertado no se corresponde con las creencias que tenemos nuestra
incertidumbre también aumentará .
Las injusticias que vivimos día a día y que vemos que otras personas sufren pueden
generarnos incertidumbre si no somos capaces de solventarlas. La falta de control
sobre esas injusticias hace que dudemos de nuestra capacidad para predecir el
futuro. Ante esta situación suele aparecer cierta atracción por ideologías extremas y
grupos que prometen acabar con esas injusticias. ( VOX , O TRUMP , capítulo
anterior )
Una vez que obtenemos la información deseada, solemos gozar de tranquilidad. Los
recursos energéticos tanto mentales como físicos se reducen y ya no somos
víctimas de la incesante e incómoda sensación de incertidumbre.
Así, cuando sentimos incertidumbre, tratamos de buscar información que
consideremos veraz para reducirla. Cuando la encontramos, esa información que
redujo la incertidumbre se constituye como un conocimiento indispensable para la
vida diaria.  Esta búsqueda de información que genera conocimiento hace que
aparezcan diferencias entre personas, dependiendo de la información que cada uno
seleccione. Diferentes creencias y normas sociales compartidas con miembros de un
grupo .

Una cuestión importante es concienciarnos de que los resultados pueden ser
múltiples. Aferrarnos a una respuesta concreta aumenta nuestra incertidumbre y, de
esta forma, nuestro sufrimiento. Por tanto, si al enfrentarnos a una situación abrimos
el abanico de todos los resultados posibles, será mejor para nuestra convivencia . A
pesar de querer escuchar una respuesta por encima de las demás, estaremos más
preparados para afrontar lo que tenga que ser .

CAPITULO 593 ( El mundo del mañana )

La crisis sanitaria y sus síntomas socioeconómicos han dinamitado nuestro día a día de feliz y estúpida cadena de montaje. Parece ser que lo único cierto en estos días es la incertidumbre. Qué estupenda contradicción. Importa  poco cuánto te informes. Tras ingerir la noticia, una cualquiera, sentimos un punto incómoda la digestión. Y es que creemos ignorar más que nunca el futuro que viene. Cuando en realidad, mucho me temo, siempre ha sido así.
Filosofamos como si tal ejercicio nunca hubiese existido, y en realidad la debacle que se originó en 2008 , lo sepamos o no, queramos o no saberlo, también cambió el mundo.
Ya antes de que un virus cabrón nos esperase al otro lado de la puerta , Donald Trump se sentaba en la Casa Blanca, la ultraderecha se movilizaba con éxito por la vieja Europa hasta meternos en el Congreso a un partido como Vox. Antes de que un virus pandemiase nuestras retinas ya existía La isla de las tentaciones, y Eduardo Inda.
Celebrábamos la ignorancia que nos permitía sentir un espejismo de felicidad. Un vivir vacío .
En el mismo momento que nos vendieron la moto del mundo globalizado, aquellos agentes comerciales de lo bueno, bonito y barato habían forjado a fuego la letra pequeña que, venían a decir que era una moto para gobernarnos a todos, sobre todo y, lo más grave, pese a cuánto se habría de perder por el camino.
La frontera entre la necesidad y la libertad es ya un muro infranqueable y, más que probablemente, inamovible. La pandemia y sus consecuencias ( como el modo de hacer cola  en el supermercado ) nos ha vuelto momentáneamente egocéntricos y raros .
Dudo, sin embargo, y cada vez más, que de la enfermedad y la muerte , tan presentes ahora, vayan a instalarse en una memoria imprescindible para la supervivencia.
Nadie puede saber si será mejor o peor el mundo que viene porque nada es futuro hasta que se vuelve presente. Hay quienes aspiramos a cierto aprendizaje .Y me refiero a aquellos para los que piensan que no es éste, precisamente, ni siquiera parecido, el mejor de los mundos posibles. Estando como estamos, en principio, en la burbuja privilegiada del “Occidente civilizado”.
La buena noticia es quizá que volvemos a filosofar. La mala es que lo estamos haciendo si como especie nunca nos hubiésemos dedicado a ello; y con los inevitables condicionantes de la desinformación que financia nuestras fuentes más inmediatas.
Pienso en los supuestamente cristalinos canales de Venecia. En la vida animal que, desconfiada con motivos, se acerca a buscarnos en las calles de las ciudades que de improviso no habitamos.  En la vegetación abriéndose paso a marchas forzadas, de pronto libre, donde antes los cascos de nuestro caballo triunfador impedían crecer la hierba.
Pienso en repensarnos, en que podríamos hacerlo, en que deberíamos hacerlo. Sin ninguna esperanza, claro. Porque ya habrá quien se encargue de mercantilizar cuanto deseo llevamos acumulado a lo largo de este encierro.
Y pienso en aquello de la República Independiente de Mí Mismo. Algo en lo que he empezado a trabajar desde hace tiempo,  dibujando en una servilleta los contornos de un pequeño bunker en el campo. Con su huerto. Sus árboles alrededor. La vida más allá de los márgenes de un sinsentido que no quiero comprar porque no quiero ser esclavo más que de mi piel, mis huesos y mis entrañas

CAPITULO 592 ( La Controversia )


Siguiendo la estela del capítulo anterior , me da por escribir sobre este debate del coronavirus .
También la controversia provoca que percibamos mayor peligrosidad a la hora de evaluar un riesgo. Cuando alguien nos dice “blanco” y alguien nos dice “negro”, de lo único que podemos estar seguros es de que al menos uno de los dos miente. Y de la desconfianza al miedo hay solo un paso.

Tendemos a prestar más atención a las informaciones alarmistas y que las noticias falsas pueden llegarnos con mayor facilidad que las fiables . Todo este cóctel de factores agravantes generan una tormenta perfecta. Por más elevada que llegue a ser la peligrosidad del brote de coronavirus, nuestra percepción de dicha peligrosidad siempre será mayor.

Virus + fake news = Cuarentena

Las matemáticas de toda la vita

Un txiste para superar un poco el miedo al covid del capítulo anterior

Has cometido un error matemático  ¡¡¡
ASUMO el castigo
Pues te ARRESTO ¡¡¡¡

CAPITULO 591 ( COVID )

Una nueva palabra que asociaremos al miedo , un buen nombre para el personaje malo de un posible comic.
Una palabra que nuestro cerebro asociará cognitivamente con  nuestro almacén de recuerdos , y nos acordaremos de nuestros seres queridos , fallecidos o exparejas después de aquellas broncas en la famosa cuarentena del 2020 .

Mi cerebro me lo asociará al capítulo 60 de este mismo blogg , escrito el doce de septiembre del 2015 .
Y le daré la chapa a mis futuros nietos al respecto …….  “ Yo ya lo predijé  “  eso les diré siempre y cuando me lo permita al Alzheimer…………..

Pero ahora no es momento de ponerse galones al respecto , lo cual no lleva a ninguna parte , es cuestión de analizar porque tenemos miedo y como gestionarlo de la mejor manera , antes de que se nos hinche la vena nazi que tenemos todos oculta , y te decidas por colocar un letrero en la puerta del portal , para invitar a que abandone la comunidad el vecino médico que te puede salvar la vita del mismo coronavirus , o del puto alzheimer .

“Hace una noche fantástica”. “Esta noche morirás”. Si oímos ambas frases, es sin duda esta última la que captará nuestra atención.
Del mismo modo, haremos más caso a las informaciones alarmantes sobre el coronavirus que a las informaciones tranquilizadoras. En un entorno de alta saturación informativa como el nuestro, atender preferentemente a determinados contenidos va en detrimento de otros y genera percepciones distorsionadas.

Biológicamente estamos programados para focalizarnos en aquello que constituye una amenaza o que percibimos como tal. Es una cuestión de mera supervivencia. Si no apreciamos que hace una noche fantástica, es una pena, pero no tiene mayores consecuencias.

Los medios de comunicación hace mucho tiempo que conocen y explotan este rollo mental para captar nuestra atención. Tienden a poner el foco en la parte más negativa de cuanto acontece hasta el punto que, en el entorno periodístico, se rigen con el principio de que si no hay noticias sobre una determinada cuestión es una buena noticia porque, cuando ocurra algo malo, ten la certeza de que te lo van a contar.
En muchos aspectos, las redes sociales han seguido este patrón. Aunque a menudo mostramos en ellas la cara más amable de nuestras vidas, solemos generar indiferencia, envidia o incluso rechazo. En cambio, cuando se produce un suceso trágico, la actividad en las redes se dispara. 

Hay un aspecto, no obstante, en el que redes sociales y medios de comunicación tradicionales difieren significativamente . En las redes sociales hay un poco de todo: contenidos muy rigurosos, contenidos bienintencionados pero que presentan notables carencias e imprecisiones, y contenidos creados con la única y malévola finalidad de desinformar.

En ámbitos como la política o la salud , la desinformación resulta particularmente nefasta porque puede llevarnos a tomar decisiones contrarias a nuestros propios intereses sin tener conciencia de ello. Lo peor del caso es que, en las redes sociales, las informaciones falsas circulan más ampliamente y con mayor velocidad que las verídicas , de modo que resulta difícil de contener .

Este brote vírico conlleva un riesgo muy real , no os kepa ninguna duda .
Pero si nos exponemos a él voluntariamente, generamos una sensación de control que hace que nos sintamos más protegidos que cuando el riesgo se nos impone sin que hallamos decidido asumirlo. En el caso de un virus potencialmente letal y de fácil propagación, obviamente nadie lo percibirá como un riesgo libremente asumido.
Se trata de un riesgo complejo. Nada que ver con riesgos tan fáciles de entender como el de circular contra-dirección por la autopista o el de pasear por un acantilado en pleno temporal. A mayor complejidad , mayor también la percepción de peligro.

Asi que no puedo desvelaros la formula secreta para superar el MIEDO AL COVID , lo único que puedo aclararos es que la controversia no ayuda .